- La Navidad da lugar a multitud de celebraciones, pero todas las navidades son parecidas porque tienen el denominador común del deseo de paz. Durante las últimas semanas del mes de diciembre se nos pone cara de niñas y niños buenos. La bondad reina, aunque solo sea como un maquillaje favorecedor. No escapan de este sentimiento de felicidad buenista las monarquías. Un ejemplo, lo vemos en el Principado de Mónaco, con sus Altezas Serenísimas vestidas más de fiesta que nunca.
- Cada año, durante las festividades navideñas, el Principado de Mónaco se llena de magia y encanto. Uno de los eventos más esperados y queridos es la llegada de Papá Noel al Palacio de los Príncipes reinantes. Esta tradición, cargada de alegría y espíritu festivo, reúne a la familia real y a la comunidad monegasca en un espectáculo inolvidable. Con razón los medios de comunicación le dan tanto espacio a la Navidad monegasca.
- La llegada de Papá Noel al Palacio Grimaldi se ha convertido en una tradición esperada por propios y extraños. Enmarcado en la majestuosa arquitectura del palacio, el evento comienza con la aparición de Papá Noel en un trineo decorado, acompañado por renos y el sonido de campanillas. Los niños, llenos de ilusión, se agolpan en la Plaza del Palacio para dar la bienvenida a este querido personaje.
- Los Príncipes reinantes, Su Alteza Serenísima el Príncipe Alberto II y la Princesa Charlène, junto con sus hijos, participan activamente en la celebración. La familia real no solo disfruta del evento, sino que también se encarga de repartir regalos a los niños, promoviendo la unidad y la solidaridad en la comunidad monegasca.
- Viendo las imágenes crees más que nunca en Papá Noel. En los salones del palacio hay regalos para todos. Y lo que es mejor, parece que Papá Noel y sus ayudantes aciertan con el agasajo para cada persona.
- Durante la celebración, se organizan diversas actividades para el deleite de todos los asistentes. Desde talleres de manualidades navideñas hasta espectáculos de luces y música, cada detalle está cuidadosamente planeado para crear una atmósfera mágica. Además, el jardín del Palacio se transforma en un encantador mercado navideño, donde los visitantes pueden disfrutar de dulces tradicionales, bebidas calientes y productos artesanales.
- La llegada de Papá Noel al Palacio de Mónaco no solo es un evento festivo, sino también una ocasión para compartir mensajes de esperanza y generosidad. La familia real aprovecha la oportunidad para subrayar con su presencia la importancia de ayudar a los más necesitados, promoviendo diversas iniciativas benéficas durante la temporada navideña.
- En la Asociación española por la Igualdad de género subrayamos la necesidad de que el espíritu de estas celebraciones navideñas se extienda a los 365 días del año. Resulta decepcionante que los buenos deseos de estos días navideños queden en buenos deseos que nunca se ponen en práctica el resto del año.
- Las Navidades en Mónaco son un ejemplo más de buenos deseos. Los eventos también son muy parecidos a los de otros lugares del mundo, solo que con los miembros más glamurosos de la selecta sangre azul europea. Por cierto, este año la princesa consorte parecía menos triste. Nos alegramos al verla más animada. Charlene, con cara eternamente joven y mirada triste, se gana el cariño de quienes la miran. Los ricos también lloran. Las ricas también lloran. Pero en Navidad lloran menos… O eso parece.