- Las mujeres tenemos fama de histéricas. Juana la Loca se llevó el adjetivo descalificativo más brutal en la Edad Media y otras mujeres siguieron siendo calificadas de locas posteriormente. Incluso hubo muchas mujeres que fueron tratadas como si padecieran una enfermedad mental que no padecían. Durante la España de finales del siglo XIX y principios del XX, los manicomios no fueron meros espacios de atención médica, sino auténticos dispositivos de control social, especialmente dirigidos contra las mujeres que desafiaban las normas impuestas por el orden patriarcal. Entre 1885 y 1936, en el Manicomio de Conxo (Santiago de Compostela), se documentaron cerca de 500 casos de mujeres internadas por razones que, lejos de responder a criterios clínicos objetivos, reflejaban una profunda intolerancia hacia la autonomía femenina.
- Madres solteras, jóvenes que mantenían relaciones sexuales fuera del matrimonio, mujeres alcohólicas o simplemente aquellas que mostraban comportamientos considerados “inadecuados” eran ingresadas por decisión de sus familiares varones —padres, hermanos, esposos— que encontraban en la psiquiatría una herramienta legítima para silenciar, castigar y controlar. En muchos casos, bastaba con una denuncia por “conducta inmoral” o “rebeldía” para justificar el encierro indefinido. La psiquiatría, en este contexto, se convirtió en una ciencia al servicio del orden social, reforzando estereotipos de género y patologizando la diferencia.
- Los expedientes clínicos conservados revelan que más del 70% de estas mujeres no presentaban síntomas compatibles con enfermedades mentales graves. En cambio, sus historias reflejan conflictos familiares, rupturas con las normas sociales y una lucha silenciosa por la libertad. La correspondencia personal y las historias familiares que acompañan estos documentos permiten reconstruir sus vidas desde una perspectiva más humana, desafiando el discurso médico hegemónico que las etiquetó como “locas”.
- Los médicos psiquiatras de la época no iban por libre. Se limitaban a seguir la moda. Así la psiquiatría española de la época se alineó con corrientes europeas que vinculaban la higiene mental con la defensa social. Bajo esta lógica, se justificaba la reclusión de individuos considerados “peligrosos” o “anormales”, entre los que las mujeres ocupaban un lugar destacado por su supuesta fragilidad emocional y predisposición a la histeria. Esta visión, profundamente sexista, fue legitimada por médicos, juristas y políticos, consolidando un sistema que castigaba la autonomía femenina y reforzaba la subordinación.
- El análisis de estos expedientes permite comprender cómo la psiquiatría operó como una tecnología de poder que, bajo el ropaje de la ciencia, contribuyó a la construcción de una narrativa excluyente sobre la salud mental femenina. Las mujeres que no se ajustaban a los cánones de la feminidad tradicional eran convertidas en pacientes, recluidas y silenciadas. Su memoria, sin embargo, resiste en los archivos, en las cartas que escribieron, en los testimonios de sus familias, y en la necesidad urgente de recuperar sus voces.
- Este ejercicio de memoria histórica no solo permite visibilizar una injusticia sistemática, sino también cuestionar los fundamentos sobre los que se construyó la psiquiatría moderna. Nos recuerda que la salud mental no puede desligarse de los contextos culturales, políticos y de género en los que se inscribe, y que el conocimiento médico, lejos de ser neutral, ha sido históricamente atravesado por intereses sociales y económicos. Miedo da este hecho. Cuando una va a una consulta médica, espera encontrar dentro de la bata blanca a una persona que aplica conocimientos en medicina, no su ideología.
- En la Asociación española por la Igualdad de género «Genus Aequalitatem» queremos rendir homenaje con este artículo a todas y a cada una de las mujeres que fueron silenciadas en manicomios, que fueron diagnosticadas como enfermas mentales por atreverse a no ser esclavas del varón con el que sus familias las querían casar o las habían casado. La sociedad patriarcal nos ha hecho mucho daño a las mujeres. Pero no debemos de lamernos las heridas, sino que debemos tirar para adelante. Afortunadamente, la legislación ha dado un pequeño giro estos últimos años a favor de nuestros derechos a la igualdad de género. Afortunadamente, somos cada día más las que decidimos ser mujeres libres cueste lo que cueste.