• Las Navidades acaban con el Día de Reyes. Se acaba la fiesta, el derroche, las comidas copiosas, los regalos, las cenas familiares, las cenas de trabajo. El siete de enero empiezan las rebajas en el inicio de un nuevo ciclo que avanza hacia el carnaval. En este país nuestro, vamos de fiesta en fiesta, como en aquel juego de la Oca, de tiro porque me toca.
  • Pero no puede haber mejor final para la navidad que unos Reyes Magos. La ilusión de las niñas y niños nos desborda porque nunca hemos dejado la infancia en el olvido, sino que la llevamos en el recuerdo.
  • Nosotras, nosotros, ahora adult@s, hemos sido los niños y niñas que aplauden el paso de Melchor, Gaspar y Baltasar en sus carrozas. Hemos escrito largas cartas de deseos a los Reyes Magos de Oriente pensando que son realmente magos.
  • Lamentablemente, los reyes nunca hicieron mucha magia. Se las apañaban en un juego de imaginación en el que resultábamos ganadores con regalos, aunque no fueran los regalos que les habíamos pedido. Nosotras y nosotros íbamos comprendiendo a los reyes según soplábamos más velas en los cumpleaños. Era difícil que hicieran magia. Entonces, ya mayores, pedíamos menos.
  • Incluso algun@s nos interesamos por aquellos Magos de Oriente buceando en la historia, leyendo los Evangelios Apócrifos y buscando el parecer de historiadores de renombre. Parece que esos tres hombres coronados eran astrólogos.  Siguieron un cometa y llegaron hasta el portal de Belén donde una mujer temblaba de frío acunando a un niño que era el Rey de los Judíos. A su lado había un señor mayor, un buey y una vaca.
  • Los Reyes Magos le dieron al Niño Dios oro, incienso y mirra. El oro era un regalo destinado a reyes. El incienso era para adorarlo. Las miras pensaron que le venía bien para el sufrimiento que tendría en el futuro.
  • Jesús de Nazaret recibió de aquellos reyes regalos que poco o nada le solucionaban sus necesidades. Era un niño sin techo, sin ropa y sin canastilla, pero aquellos reyes venidos de Oriente no estaban allí para solucionarle la vida.
  • Los únicos que le solucionarían la vida serían su madre María y un San José dispuesto a criarlo y a enseñarle el digno oficio de carpintero por mucho que fuera hijo de Dios y el Espíritu Santo ayudara a hacer el milagro en el embarazo virginal. Los verdaderos reyes para Jesús estaban dentro del establo, no fuera.
  • También eran reyes aquellos pastorcillos que se asomaban para ver un bebé llorón acunado por una joven madre. La clase trabajadora seguro que le llevaba al niño Jesús regalos más necesarios para su crianza.
  • Pero volvamos a los Reyes Magos porque tenemos una pregunta que queremos formular con voz alta: ¿Dónde estaban las Reinas Magas?… ¿Dónde estaban las mujeres que también miraban las estrellas y descubrían cometas?…
  • Nos las han robado.
  • La Historia, contada por hombres y masculinizada, nos ha quitado de los libros de historia a las Reinas Magas de Oriente, a las mujeres científicas, matemáticas, poetas, filósofas, escritoras, enamoradas del saber. Nos las han quitado.
  • Por eso, en la Asociación española por la Igualdad de género «Genus Aequalitatem» queremos reivindicar la existencia de Reinas Magas, de mujeres ejemplares en la época de Jesús de Nazaret, de mujeres que fueron el espejo en el que nos queremos mirar las mujeres que hoy exigimos la igualdad hombre-mujer, mujer-hombre.
  • Brindemos, pues, con la última copa de vino espumoso que nos quede, por la Reina Gaspara, por la Reina Baltasara y por la Reina Melchora. La astrología también era cosa de mujeres.
  • ¡Feliz Día de Reinas y Reyes Mag@s!

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