• España es el país de la picaresca. Nos gusta el dinero fácil y rápido que no implica un trabajo duro. Por eso se da tanta corrupción en todos los partidos políticos cuando pisan las moquetas del poder. Es lo que ha ocurrido en el caso de las mascarillas que salpican a la mismísima esposa del presidente Sánchez.
  • Dicen que Begoña Gómez hizo de intermediaria aprovechando que estaba en el sitio adecuado en el momento oportuno. Hablaba con uno, con otro, con otra. Era la mujer del César que había olvidado que la mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo. Su marido nada le decía porque estaba muy ocupado gobernando para mantener su sillón de la presidencia del gobierno del Reino de España.
  • Ahora sale todo a la luz. Sale también a la luz un personaje llamado Koldo, un hombre sin estudios, pero con habilidades para colocarse al lado del ministro Ábalos. Se le acercó como voluntario en aquella campaña que Pedro Sánchez hizo para volver a conseguir dirigir el partido socialista. Lo demás fue coser y cantar. El portero de discoteca se había convertido en el máximo asesor del ministro Ábalos y en su conductor. ¡Lo que hablarían en la intimidad del coche oficial!
  • Ahora Ábalos no se va. Queda en el grupo mixto del Congreso de los Diputados cobrando su sueldo durante los próximos años. La legislación de este país nuestro se lo permite. El acta de diputado es suya.
  • La presidenta del Congreso de los Diputados tampoco se va. Está haciendo equilibrios entre el escándalo de las mascarillas en Baleares y el apoyo incondicional del señor Pedro Sánchez.
  • Begoña Gómez, la señora consorte de La Moncloa, nada dice. Sigue felizmente casada con su marido mientras trabaja en una cátedra de la Universidad sin haber sido nunca universitaria. Begoña espera que se olviden pronto de ella los telediarios, pero el tiempo nos dirá si hay o no hay olvido. Seguro que piensa que su intermediación en el tema de las mascarillas no era para tanto escándalo. En el PP tuvieron al hermano de la presidenta Ayuso haciendo algo parecido.
  • Siguen saliendo nombres en el caso de las mascarillas de la pandemia. Pero en esta España nuestra, país de picarescas y de pícaros, estamos curados de espantos. Menos mal que los jueces siguen haciendo su trabajo y van metiendo en la cárcel a los corruptos. Lo que no consiguen los jueces y magistrados es que los corruptos y corruptas devuelvan el dinero estafado.
  • Por eso la Asociación española por la Igualdad de género «Genus Aequalitatem» pide un endurecimiento de las leyes anticorrupción. La legislación debe modificarse para conseguir que los corruptos y los estafadores devuelvan el dinero robado. De poco o nada nos vale que los metan en la cárcel porque la cárcel se paga con nuestros impuestos.
  • Es decir, a personas condenadas por corrupción les estamos pagando las ciudadanas y ciudadanos de a pie sus estancias en prisión. Les pagamos la comida, la ropa, la televisión, los cursos, las actividades de la cárcel, la universidad a los que se les da por los estudios universitarios… Nuestros impuestos solo deberían pagar las investigaciones pertinentes para recuperar el dinero que han robado y estafado.

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