• En un mundo donde la sostenibilidad y la salud son temas de creciente preocupación, resulta alarmante que los menús servidos en las escuelas infantiles de la red A Galiña Azul, gestionada por la Xunta de Galicia, no reflejen estos valores. Padres y madres de los alumnos han comenzado a movilizarse para exigir que los alimentos que se ofrecen a sus hijos sean elaborados con productos de proximidad. La situación actual, donde se sirven carnes provenientes de Polonia o Valencia, es inaceptable y pone en entredicho el compromiso de la administración con la alimentación saludable y local.
  • Pero no nos sorprende esta incoherencia. Los políticos suelen decir una cosa y hacer cosa distinta. Las chuletas de vaca polaca van muy en la línea de una política de maximización de beneficios por parte de las empresas de catering. También va muy en línea de las ideas económicas del Partido Popular.
  • Por supuesto, que la teoría es muy distinta. La ley gallega establece que las instituciones deben priorizar el suministro de productos locales en sus menús escolares. Sin embargo, esta normativa parece ser más una recomendación que una obligación real. Los proveedores tienen la libertad de importar alimentos desde cualquier rincón del país o incluso del extranjero, lo que contradice el espíritu de la legislación. Aunque, como decía, no contradice en nada la ideología de derechas del gobierno de la Xunta de Galicia. La cabra siempre tira a su monte.
  • Esta situación que se da en las escuelas infantiles Galiña Azul, no solo afecta a la calidad nutricional de los alimentos que consumen nuestras niñas y nuestros niños, sino que también impacta negativamente en la economía local y en el medio ambiente. Los productores de ternera gallega ven como la vaquiña polaca les quita cuota de mercado en su propia casa por ser más barata para los cocineros. No se puede decir que salga más barata para el medio ambiente. La vaca de Polonia, venga fileteada o sin filetear, viene contaminando en los camiones que nos la traen.
  • Los padres y madres que han alzado su voz en esta causa no están pidiendo nada extraordinario; simplemente desean lo mejor para sus hijos e hijas. Quieren asegurarse de que los pequeños reciban una alimentación equilibrada y saludable, basada en productos frescos y locales. Un menú a base de carne extranjera, patatas de fuera y legumbres lejanas no los convence.
  • Tienen razón las madres y padres. La importancia de una dieta adecuada durante los primeros años de vida es indiscutible: influye en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de las niñas y de los niños. Por ello, es fundamental que las instituciones educativas asuman su responsabilidad en este aspecto.
  • Además, optar por productos locales no solo beneficia a nuestros hijos; también apoya a los agricultores y productores gallegos. En un momento en el que muchos sectores económicos luchan aún por sobrevivir tras la crisis generada por la pandemia, fomentar el consumo local puede ser una estrategia clave para revitalizar nuestra economía. Al elegir alimentos producidos cerca de casa, estamos invirtiendo en nuestro propio futuro y en el bienestar de nuestra comunidad autónoma.
  • Por otro lado, es importante considerar el impacto ambiental del transporte de alimentos a larga distancia. La huella ecológica asociada al transporte internacional es considerablemente mayor que la generada por productos cultivados o criados localmente. Al priorizar los alimentos locales, no solo estamos cuidando la salud de nuestros niños, sino también del planeta.
  • Afortunadamente, la movilización de los padres ha comenzado a dar frutos: se han organizado reuniones con representantes de la Xunta para discutir esta problemática y buscar soluciones efectivas. Por lo menos los escuchan. Sin embargo, es crucial que esta presión continúe hasta lograr cambios concretos en las políticas alimentarias escolares. No podemos permitir que las promesas queden solo en palabras vacías; necesitamos acciones tangibles que garanticen una alimentación saludable y sostenible para nuestros pequeños y pequeñas.
  • Es hora de exigir un compromiso real por parte de las autoridades competentes. La Xunta debe implementar mecanismos claros para asegurar que los menús escolares cumplan con la normativa sobre productos locales. Esto incluye establecer controles rigurosos sobre los proveedores y garantizar transparencia en el origen de los alimentos servidos.
  • En resumen, la lucha por menús escolares elaborados con productos de proximidad es una batalla por el futuro de nuestros hijos y por el bienestar de nuestra comunidad. Los padres y madres están haciendo su parte al movilizarse e informar sobre esta problemática; ahora le toca a la Xunta responder con acciones concretas. La alimentación infantil no debería ser un tema negociable; debe ser un derecho garantizado para todos los niños gallegos. Es momento de actuar y hacer valer el derecho de las niñas y niños gallegos a una alimentación de calidad.
  • En la Asociación española por la Igualdad de género «Genus Aequalitatem» defendemos una dieta equilibrada con productos producidos en las comarcas de los colegios. Somos lo que comemos. Una buena dieta redunda en un mayor rendimiento escolar.

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