• Los árboles nacen, crecen y mueren. También caen. Lo vimos hace unos meses en la calle Luis Seoane de Vilaboa. La caída de un árbol de enormes dimensiones consiguió la portada de la prensa local. Afortunadamente, la enorme arboleda no ocasionó daños humanos. Tampoco acabó con lesionados el enorme árbol caído semanas después en Villa Melania, la casa con jardín propiedad del concello de Culleredo en el centro de Vilaboa.
  • No se sabe si los dos árboles que amenazan con caer con próximas ventiscas ocasionarán alguna muerte o algún herido. El alcalde Riobo ha mandado acordonar la zona que prevén para la caída de los troncos gigantes cargados de años y de peso. Dicen que también el señor alcalde de Culleredo ha ordenado la tala de estos árboles llenos de peligro para el vecindario. Dicen y dicen por el barrio.
  • Lo cierto es que los árboles siguen de pie, temblorosos con los golpes de viento, enfermos por la edad, dolientes en sus maderas. A sus pies un parque infantil lleno de niñas y niños todos los días. Enfrente uno de los edificios más grandes del concello. En medio un río que crece con las lluvias y decrece con la sequía.
  • Lo cierto es que las vecinas y vecinos de Culleredo, las madres y los padres que llevan a sus vástagos a jugar al parque infantil de la calle Luis Seoane, los propietarios de los coches siguen aparcando en la calle porque no hay donde aparcar, piensan que cualquier día les cae el árbol encima. Pero los temores del vecindario parece que no son los temores del señor alcalde del concello de Culleredo.
  • El alcalde sigue con los dos árboles en peligro de caída acordonados. José Ramón Ribobo parece que no tiene jardineros que talen árboles… o no los quiere tener. Debe ser porque los árboles de la calle Luis Seoane de Culleredo están en un barrio de gente humilde, gente a la que se le pide el voto, pero no se le resuelven los problemas.

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